Según cifras del diario The Washington Post, la taza de hijos habidos fuera del matrimonio se vio incrementada en los Estados Unidos de un 5.3% en el año de 1960, a un 36.8% en el año de 2006. La taza de divorcio, de acuerdo al profesor Reeve Vanneman de la Universidad de Maryland, se ha duplicado durante el mismo periodo de tiempo.
Las corrientes modernas que aceptan el sexo casual y se desapegan por completo de la moral tradicional, se vieron aceleradas durante la revolución sexual de la década de los 60’; continuando con el debilitamiento de la unidad familiar, todavía hoy. Películas populares y las series de televisión demuestran el ataque. Muchas personas tienen la idea de que el sexo casual y las actividades sexuales entre personas solteras son aceptables, o hasta meritorias. Mirando tales actividades, muchos jóvenes adoptan los valores implícitos en esos shows. La industria musical es todavía peor, exponiendo mensajes explícitos y de agresiva irreverencia respecto de los valores tradicionales, inspirando tremendamente a conductas moralmente irresponsables.
El impresionante y polvoriento crecimiento de la pornografía ha hecho indudablemente un daño incalculable. Si bien es cierto la industria del sexo ha existido desde los albores de la civilización, la combinación de avances tecnológicos tales como lectores de DVD o Blue Ray e Internet, junto al decreciente estigma aparejado con ver pornografía, han influido en su rápido crecimiento. Las cifras actuales de adultos que admiten haber visto películas pornográficas son impresionantes. En el año 2002, 25% de las personas encuestadas admitieron haber visto películas pornográficas en el último año según el National Opinion Research Letter; cifra que fácilmente puede haber sido duplicada o triplicada en la actualidad. La cadena de noticias CBS reportó que en el año 2003, que el 50% por ciento de los huéspedes de los más grandes hoteles en Estados Unidos, compraban películas pornográficas en sus habitaciones bajo el sistema de televisión “pay-per-view”. Muchos creen que la pornografía es perseguida únicamente por hombres, pero el Internet Filter Review reportó que las mujeres comprenden un tercio de aquellos adultos que visitan sitios pornográficos, y un 28% de aquellos que admiten adicción sexual pornográfica vía Internet. Las personas que pasan su tiempo viendo escenas de sexo casual, son personas que generalmente ven al sexo como una actividad cuyo solo propósito es su propia satisfacción personal.
No es entonces sorprendente que el apoyo público a favor del matrimonio y los valores familiares tradicionales hayan disminuido drásticamente. De acuerdo a una encuesta de Gallup en el 2007, 59% de los estadounidenses, y 89% de los liberales, consideraban que el sexo entre un hombre y una mujer solteros es algo moralmente aceptable; mientras que el 54% de los estadounidenses, y el 83% de los liberales, ven aceptable tener hijos fuera del matrimonio. El 6% de los estadounidenses, y el 12% de los liberales, consideran moralmente aceptable que existan los denominados “affairs” entre hombres y mujeres.
¿Qué importa realmente?, muchas personas, especialmente los llamados “liberales”, argumentan que el matrimonio tradicional está fuera de época, o al menos que resulta innecesario para nuestra sociedad. Ellos aseguran que nadie tiene o debe indicarle a otra persona qué tipo de relación es la correcta. Cada individuo puede hacer lo que le plazca. Esto sonará convincente, pero para una preponderancia de la estabilidad y solidez, las familias en matrimonio son esenciales para el bienestar social. Cuando los niños nacen fuera del entorno matrimonial y las familias se separan por el divorcio, se generan consecuencias adversas no solamente para los individuos relacionados con esta situación, sino también para la sociedad como un todo. Es muy bien sabido por todos, que el tener hijos fuera del matrimonio es siempre en detrimento de la madre. Ella muy probablemente tendrá que hacerse cargo solitariamente de su hijo y en muchos casos caerá en la pobreza. Lamentablemente para los hijos las consecuencias son todavía peores. De acuerdo con cifras con Heather McDonaldod del City Journal, estos niños tienes 3 veces más probabilidades de fracasar en la escuela, 3 veces más probabilidades de cometer suicidio, y 20 veces más probabilidades de sufrir abuso infantil; todo lo anterior bajo una comparación con niños nacidos en matrimonios de bajos ingresos. Estos niños también serán más propensos a llevar una vida dentro de la criminalidad: 70% de de los prisioneros de larga condena, 60% de los violadores, y 75% de los adolescentes acusados de asesinatos crecieron sin padres. El tema de los hijos ilegítimos también es una causa mayor de dependencia social intergeneracional. De acuerdo con Robert Rector del Heartland Institute, los hijos ilegítimos cuyas madres consecuentemente no se casaron, requieren frecuentemente de 17 veces más asistencia social que aquellos niños que crecen en matrimonios estables.
La tasa de divorcios en los últimos 50 años también se ha disparado. De acuerdo con cifras del American for Divorce Reform, las mujeres divorciadas que poseen hijos tienen 4 veces más probabilidades de tener ingresos por debajo de la línea de pobreza, en comparación con las mujeres casadas que tienen hijos. En adición, un solo divorcio le cuesta al estado decenas de miles de dólares en cuanto a gastos legales y judiciales relacionados. Así como en los casos de ilegitimidad (entendiendo siempre por este término, para los efectos de este artículo, los hijos que nacen fuera del matrimonio), los niños son los que más sufren. Los niños de familias divorciadas son mucho más propensos a sufrir abuso infantil, a vivir en pobreza, y a desarrollar una vida dentro del crimen. Estos niños son más propensos a resistirse a una armoniosa convivencia social, así como a sufrir problemas psicológicos, psiquiátricos y/o de comportamiento. Aunque no por su propia culpa, estos niños están ubicados en una severa y desventajosa estadística, en comparación con otros niños. Hace 50 años había muy pocos niños en esta categoría, hoy en día ellos representan una gran y creciente minoría.
¿Qué podemos hacer para restablecer la unidad familiar de un hombre, una mujer, y sus hijos; como la célula básica y fundamental de la sociedad? Lo más importante es fomentar y estimular a los padres a educar a sus hijos sobre de la importancia de la familia. Los niños que vean y escuchen a sus queridos padres sobre el valor de la familia, serán mucho más propensos a establecer la suya propia. Las escuelas deben educar a los niños sobre el valor de la estabilidad familiar en la vida matrimonial. La educación sexual es importante, sin embargo los estudiantes deben también aprender las virtudes de la unidad familiar y el valor del matrimonio. Aunque resulta muy difícil cambiar la cultura de los medio de comunicación, la presión social debe ser ejercida con fuerza para desactivar contenidos antiéticos respecto de los valores morales tradicionales. Una gran y tenaz voluntad debe ser ejercida para dificultar o más bien, impedir a los niños el acceso a la pornografía; y también para hacer de la pornografía socialmente menos aceptable.
Si bien es cierto, nunca viviremos en una sociedad completamente libre de la ilegitimidad, el divorcio, la pornografía; debemos hacer todo lo que podamos a fin de limitar en la mayor medida posible estos males sociales.
Promocionando la estabilidad, de las familias en matrimonio, estaremos promoviendo el bienestar de los niños y la estabilidad de la sociedad. En los últimos años la “fabricación de células sociales” ha decaído. Esta tendencia no puede continuar. Hay esperanza si podemos concertar esfuerzos a fin de promover una estructura social que conduzca a una mejor sociedad. Los actos de todo individuo tienen consecuencias para la sociedad, y la sociedad, así como los individuos, tienen el derecho de defenderse a sí mismos. Tenemos la obligación moral de actuar y urgir a otros a actuar en aras de promover el bienestar general de la sociedad.
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