martes, 26 de marzo de 2013

EL CARDENAL SIRI - Sobre La Iglesia y el Estado

EL CARDENAL SIRI - Sobre La Iglesia y el Estado


 
El cardenal Giuseppe Siri, nacido en Génova el 20 de mayo de 1906,
murió en su ciudad natal el 2 de mayo de 1989

En una Carta Pastoral de 1962, el Cardenal Giuseppe Siri afirmaba que: «Las relaciones entre la Iglesia y los fieles han sido determinadas por el mismo Divino Fundador de manera clara y definitiva».    


Hay en esta carta pastoral, titulada 'Ortodoxia': Iglesia-Fieles-Mundo, enunciados muy precisos sobre la relación con la política, muy útil para nuestros actuales pastores:
 
«La acción en campo cívico (si se desea: político) en cuanto tal, de por sí, no es de competencia eclesiástica. De este principio se pueden sacar todas las consecuencias obvias y legítimas, siempre que se conjuguen con los principios igualmente verdaderos que siguen.


La acción en campo cívico no puede prevalecer ni sobre la verdad ni sobre la ley moral.

La acción en campo cívico siempre posee un aspecto que establece una conexión clara con el Magisterio eclesiástico. En primer lugar, se trata del aspecto moral: sobre este aspecto, es decir, sobre la conformidad o no de una acción política determinada con respecto a la ley divina, tiene competencia de juicio la Iglesia, y su juicio vincula la conciencia de los fieles si se da de forma suficiente y conveniente para crear el vínculo. En segundo lugar, se trata del aspecto ideológico, es decir, cuando una acción política se convierte en aceptación de una determinada doctrina o en apoyo directo o indirecto a la misma, en este caso puede ocurrir que no quede a salvo la posición mental de los católicos por la escasa doctrina de la Iglesia, y también en este caso el Magisterio de la Iglesia puede expresar su juicio en campo doctrinal o de su competencia.
 
En fin, hay o puede haber en lo político un tercer aspecto muy concreto y práctico, que es la conexión entre éste y ciertos o probables daños a la religión o la Iglesia. Esta tiene derecho a defenderse y tiene derecho a indicar a sus hijos lo que considera peligroso. Sus hijos no pueden negarle ni el derecho ni la capacidad de juzgar las acciones o las consecuencias de acciones contra ella. 
 
Las acciones de la Iglesia, en su competencia, poseen valor para la conciencia de todos y cada uno de sus fieles y pueden hacer que este valor se convierta en obligación de conciencia».

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