HABLA EL CARDENAL GIUSEPPE SIRI
(Impresionante la actualidad de lo escrito por el Cardenal Siri hace más de 40 años)
Creo de suma importancia, para descifrar el
enigma del actual pontífice, citar las valerosas declaraciones del Cardenal
Siri. El no habla directamente de Paulo VI, pero creo que lo que dice se puede
aplicar al Papa Montini:
l.- LA OPINIÓN
SUSTITUYE A LA VERDAD
La primera y fundamental doctrina del poder de
este mundo es la afirmación: la verdad no existe. Ya decía San Agustín que la
diferencia entre la ciudad del mundo y la ciudad de Dios se finca en que la
primera tiene mil opiniones, y la segunda, una sola verdad. La diferencia
capital entre las dos ciudades, no versa, por tanto, sobre el contenido, sino
sobre la misma existencia de la verdad. Basta recordar el dramático diálogo
entre Jesús y Pilatos.
Lo más grave es que hay una técnica para
sustituir la verdad por la opinión. Esa técnica existe y es socorridísima:
basta dar una ojeada a la actual producción religiosa, literaria, filosófica.
Se trata de expresar opiniones tan cautelosamente formuladas, que es imposible
saber cuál es la tesis del autor; o mejor aún: se yuxtaponen unas a otras,
como si fueran mutuamente compatibles, doctrinas que son entre sí
contradictorias.
Fijémonos en el slogan de la muerte de
Dios. Si se dijese negación, todos comprenderían. Mas aquí nos
encontramos frente a una operación sutilmente sofisticada, que quiere dar
falazmente la impresión de salvar así la idea más aquilatada y químicamente
pura de Dios... por su 'identificación' con la más profunda realidad del
hombre.
Los mismos términos equívocos de 'conservador'
y 'progresista' esconden la técnica del relativismo, que conduce toda cuestión
doctrinal a los esquemas de derecha e izquierda, con lo que todo se relativiza,
todo se torna cuestión de opinión e instrumento de poder. La relativización
de la verdad y de la doctrina es el verdadero objetivo de tales exposiciones
arbitrarias de los actuales problemas de la Iglesia.
¿No es ese absurdo e injustísimo justo
medio, que incluso obispos y cardenales preconizan entre nosotros, como si el
ideal estuviera en plantarnos a medio camino, entre la verdad y el error?
2.- ¿RESURGE LA 'GNOSIS'?
Para cualificar los errores en curso se habla de
un nuevo modernismo y también de la protestantización de la
Iglesia. Pero el Arzobispo de Génova prefiere recurrir a la 'gnosis'.
Recuérdese que la 'gnosis', con su
atractivo de ciencia y alta especulación, con su afán de comprender el
misterio y naturalizar la fe, constituye en el siglo II, el mayor peligro quizá
de toda la historia de la Iglesia. Creo -nos viene a decir el Eminentísimo
Arzobispo de Génova- que se puede legítimamente calificar de 'gnosis'
ese conglomerado de errores, que hoy circulan por ahí, vistos en su
sistematización. Mas... ¿son muchos los que saben lo que dicen? Esto es lo
terrible: ¡que no saben lo que dicen!
Se procede no por motivos racionales, sino por el
prurito de conformarse al mundo. Pero el poder mundano tiene su propia filosofía;
y los teólogos de moda traducen al lenguaje teológico las opiniones del día,
no porque acepten una doctrina como tal, sino porque aceptan las doctrinas, que
lisonjean a los poderes de este mundo.
La gravedad del momento presente es ésta: que no
se trata ya más de la oposición o contraste entre la verdad y el error, sino
entre la verdad y la no verdad, entre el orden de la verdad y la dictadura de la
opinión. Los hombres se creen libres por que así figura en los textos jurídicos,
cuando esa misma engañosa creencia es prueba de su servidumbre.
¿Estará también la Iglesia bajo la dictadura
de la opinión? La Iglesia, no; pero muchos que están en la Iglesia, sí. La
Iglesia no podría ser violentada en su libertad, sin que el Espíritu Santo
suscite poderosas reacciones...
La polvareda levantada en torno al Concilio no
fue querida por Juan XXIII, quien por ello sufrió profundamente; de esto soy
testigo personal. La verdadera grandeza cristiana de Juan XXIII consistió en el
modo sereno y cristiano con que, midiendo plenamente la imponente gravedad de
los problemas, aceptó humildemente su cruz hasta la muerte.
3.- LO MÁS URGENTE.
La obra más urgente es restaurar en la Iglesia
la distinción entre la verdad y el error. Hemos llegado a tal extremo que todo
ejercicio de la autoridad eclesiástica se considera como abuso frente a la
libertad. ¡Como si la autoridad fuese la negación de la libertad! Mil poderes
ilegítimos coartan muy gravemente y muy sistemáticamente la conciencia y la
libertad de las personas en el plano inmediato, mientras que en el plano más
profundo las apartan de la verdad, expresada en las fuentes de la Revelación y
en el Magisterio. "Yo espero que las justas y autorizadas distinciones
llegarán. La pastoral no es el arte del compromiso y la cesión: es el arte
de la salvación de las almas en la verdad".
Esa verdad, que se oscurece tantas veces en las
abusivas deformaciones de la liturgia. Hoy se descubren peligrosas pérdidas en
lo esencial. Lo sagrado no es solamente el rito: es la presencia, en el rito, de
la realidad significada. Cuando se mitiza el rito, se pierde el sentido
de la sustancia que contiene. Nada, por consiguiente, de extraño que la
Eucaristía se convierta para algunos en una simple fiesta de la unidad humana,
en la cual Dios es nada más que un espectador. "Aquí estamos no ya en
la herejía, sino en la apostasía".
Es cierto. "La presente situación de la
Iglesia es una de las más graves de la historia, porque, esta vez, la impugnación
no le viene de la persecución de fuera, sino de la perversión interior. Esto
es muy grave. Pero, las puertas del infierno no prevalecerán".
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